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Tarifa de móvil a 19,95€, banda ancha para acceder a Internet 36,89 al mes. Tranquilos, nos se alegren todavía demasiado, éstos precios no responden a ninguna de las actuales tarifas que ofrece ninguna de las operadoras de telefonía de nuestro país, sino la media que los ciudadanos europeos pagan por dichos servicios. La media de lo que pagamos los españolitos es más elevada: 35,89€ por los servicios de telefonía móvil y 45,83€ por poder acceder a Internet. Por mucho que el gobierno español y el mercado de las telecomunicaciones no quieran reconocerlo somos el estado de la UE que más paga por disfrutar de los servicios de la nueva era tecnológica; parece que son los únicos que todavía no se han enterado pues los ciudadanos ya nos dimos cuenta hace bastante tiempo y, sobre todo, cada mes que nos viene el recibo de nuestra operadora/servidor. El Informe Europeo de las telecomunicaciones de 2008 de la Comisión Europea vuelve a demostrar que somos el país que más caro paga la Sociedad de la Información. Ni las burdas políticas del Ministerio de Industria ni las constantes denuncias de la OCDE han podido conseguir reducir la diferencia española de dos puntos y medio respecto a la media europea. Las conclusiones del informe recalcan que los españoles no podremos disfrutar de las ventajas de la Sociedad de la Información con la llegada del apagón digital si no se pone freno al monopolístico mercado de las telecomunicaciones con la vergonzante supremacía de Telefónica. Una vez más estamos a la cola de los grandes retos del siglo XXI como la democratización de las telecomunicaciones, I+D+i, investigación científica… Aunque eso sí, somos líderes en tasa de paro.

El proceso de Bolonia, como todo en la vida, ni es blanco ni es negro de todo puesto que en el ya famoso EEES podemos encontrar algunas ventajas y demasiados inconvenientes. Empecemos por lo más escaso, la principal ventaja que ofrece Bolonia es la convergencia europea de la educación superior a través de la homologación y equiparamiento de los títulos universitarios mediante los grados, hecho que permitirá la movilidad y el reconocimiento de los graduados por y en toda la UE. Otra de las cualidades de la reforma es el aumento de las horas prácticas para dotar a los alumnos de un mejor conocimiento sobre su futuro empleo y de paso evitar el abandono de los estudios. Otra ventaja... la verdad es que no veo más ventajas, si alguien ve alguna más por favor que las exponga. Otra cosa son las desventajas, que hay tantas como desempleados. En primer lugar, los programas de estudios actuales tendrán que pasar por el filtro de la eficiencia y empleabilidad empresariales para saber si continuarán en el "maravilloso" EEES o, por el contrario, si Bolonia escribirá el obituario de muchas de las actuales licenciaturas. En segundo lugar, una de las “ventajas” más aplaudidas por la ministra Garmendia es la llegada del capital privado a la universidad para "poner en conexión el mundo empresarial con la educación superior", es decir, adaptar las carreras a la demanda del mercado laboral a cambio del capital empresarial y de paso intentar tapar la miserable inversión pública de la administración, tanto central como autonómica. En tercer lugar, los graduados tendrán que cursar el master obligatorio para poner la guinda al pastel de sus estudios mediante las becas-préstamo a devolver una vez se disponga de “duros” y que alguna de las empresas patrocinadoras de los estudios tenga a bien contratarnos. ¿Se imaginan las futuras clases con las típicas cortinillas publicitarias al inicio y al final de la sesión? “Repsol patrocina este espacio” o “volvemos en 30” ”, en fin…

Es evidente que la educación española en general va mal, muy mal, pero si hay algo que parece que más o menos tira del carro es la enseñanza superior, y ahora, parece que Bolonia va acabar con ella. Hace falta una profunda reforma de la enseñanza española en todos los niveles, revisar la metodología junto con lo planes de estudio, pero eso no significa que nos carguemos lo poco que queda. La mayoría de estudiantes decimos sí a la reforma de la educación superior, sí a una mayor financiación pública que no vaya a pedir limosna al empresariado y sí a una universidad pública e independiente que tenga como objetivo la transmisión del conocimiento.

Creo que la mayoría de los estudiantes estamos de acuerdo con los objetivos que persigue el EEES, pero discrepamos por completo con la interpretación economicista que los políticos y el mundo empresarial pretende implantar en la universidad para así dejar la formación superior bajo el mecenazgo.